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Aprende a meditar

Cada vez más personas se han unido a esta saludable práctica. Te enseñamos cómo iniciarte en ella. Solo te llevará 15 minutos al día.

Si no habías meditado aún, este es el momento perfecto para iniciarte en su práctica. La situación que nos ocupa, extraña como pocas, requiere de mucho control, inteligencia emocional y resiliencia, esa palabra de la que tanto se hablaba en los últimos tiempos. Tanto que parece como si nos hubieran estado alertando. Y precisamente meditar, hoy por hoy, probablemente sea la actividad ligada al bienestar con mejor relación economía-tiempo-confort.


Es curioso que siendo tan beneficioso y barato meditar resulte, al mismo tiempo, tan difícil. La respuesta es muy sencilla, y ahora lo comprobamos más que nunca. Estamos tan poco habituados (sobre todo de cabeza) a no hacer nada, que solo pensar en sentarnos 15 minutos “a no hacer nada” hace que se nos pongan los pelos de punta. Sin embargo, es una práctica que proporciona muchas satisfacciones, y está demostrado que resulta la mejor de las actividades para “acallar” los pensamientos en bucle o las preocupaciones que nos acechan en el día a día. No solo cuando estamos sentadas meditando.


Pero vayamos a la cuestión técnica. En primer lugar, elige una hora del día en que la casa esté tranquila y puedas sentarte 15 minutos sin que nada o nadie te moleste. Hay quien practica la meditación a primera hora del día, cuando aún la familia no se ha puesto en pie, o por la noche, después de la ducha y antes de preparar la cena. Eso solo depende de ti. Segundo: hazte con un cojín con el que te sientas cómoda, porque vas a tener que sentarte encima de él con las piernas cruzadas, aunque hay muchas personas que prefieren meditar sentadas en una silla con la espalda bien recta. Tercero: ropa cómoda, por supuesto. Puedes encender una vela (mejor dentro de un cuenco con agua, por seguridad) o un palito de incienso. Cuarto: en cuanto al sonido, puedes buscar en youtube infinidad de guías para dirigirte. En este particular, te recomendamos la app gratuita Petit Bambou; allí puedes elegir sonidos de pájaros, de fuego crepitando, de naturaleza, un guía o no, y hasta el tipo de sonido que quieres que te “despierte”. Y ahora llega la parte más fácil y a la vez más complicada.

Meditar no tiene que ver con pensar en tus cosas (una confusión que se deriva del significado literal del verbo meditar que, según la Real Academia de la Lengua, significa “pensar atenta y detenidamente sobre algo”). Meditar, en el sentido que nos ocupa, es precisamente lo contrario. Sentada, con las manos en el regazo o encima de tus rodillas y las manos con las palmas hacia arriba, una encima de la otra y los pulgares tocándose entre sí, comienza respirando profundo, tomando aire por la nariz y expulsándolo por la boca, concentrándote exclusivamente en cómo el aire entra, hincha tus pulmones, y vuelve a salir. Mientras tanto, se trata de no pensar en nada, dejar que los pensamientos fluyan, porque vendrán, y además, verás a qué velocidad.

Imagínate, si en 15 minutos vienen a tu cabeza toda esa cantidad de ideas sobre lo que tienes pendiente cuando te levantes de ese cojín (lo que hiciste ayer, lo que pensaste, lo que le dijiste a tu pareja, preocupaciones, ideas nuevas…), imagínate los que tienes a lo largo del día sin tú ser consciente. Y meditar va precisamente de eso, de aprender a controlar la mente y la cháchara mental.

Dicen que lo importante es el hábito, más que el tiempo, así que es una buena idea comenzar por 5 minutos, e ir aumentando uno cada día hasta llegar a 15 (hay quien medita a diario hasta una hora). Y verás cómo poco a poco te lo pide el cuerpo… y la mente.