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Labios: su evolución a lo largo de la historia

Igual que la silueta, los glúteos, el pecho, la altura o la fisionomía de las cejas o las pestañas, los labios también han tenido su recorrido.

De las boquitas de piñón de los cuadros de Rubens a los labios de Angeline Jolie ha llovido mucho. Pero no hace falta irse hasta el XVI, porque solo en el siglo pasado se puso de moda casi un tipo de boca por cada decenio. La diferencia con el momento actual es que entonces no existía ni la medicina ni la cirugía estética, así que solo les quedaba jugar con la forma y el dibujo de sus propias barras de labios y delineadores. Vamos a recordarlos:

Década a década

En el primer decenio del siglo se llevaba la boca antigua de piñón, pequeña y con el carmín muy fuerte además de, eso sí, muuuuy brillante. En los veinte ya se empezó a dibujar la boca en forma de corazón, marcando muy bien el llamado arco de cupido, es decir, los dos piquitos del labio superior. Cuando llegó la década de los años 30, la forma del labio superior ya gustaba redondeada y sin tanto ángulo, mientras se optaba con tonos más oscuros como el granate o el castaño, que casaban especialmente bien con la piel de tono porcelana. Los 40 se inauguraron a nivel estético con Rita Hayworth entrando por la puerta grande con una boca virada hacia abajo en actitud algo despreciativa en plan femmefatale sobre granates y tonos oscuros, hasta que las pin ups de los años 50 le dieron la vuelta al gesto con la luminosidad de unos labios rojos rojísimos como punto de inflexión a los alegres 60, cuando el rosa se hizo protagonista. Los creativos setenta se vistieron de gloss, mucho gloss, con guiños de purpurina como antesala a la fiebre del sábado noche de los atléticos años 80, con unos labios de color fucsia que hacían juego con los calentadores en los gemelos. Los noventa apenas se permitieron el brillo en labios que empezaban a coquetear con las inyecciones de silicona que no siempre obtuvieron la naturalidad que se hubiera deseado, con ejemplos como los de algunas modelos que más vale no recordar.

Pexels Oleg Magni 925306

La boca se reinventa

Hace ya veinte años que es posible dar otra textura o volumen a los labios a demanda. Desde solo hidratarlos, contornearlos o voluminizarlos, la medicina estética ofrece multitud de resultados gracias a las bondades del ácido hialurónico. Lo que diferencia el resultado es la reticulación del ácido hialurónico, es decir, su espesor o, mejor dicho, el tamaño de sus moléculas. Para hidratar, se utiliza ácido hialurónico de muy baja reticulación, es decir, un hialurónico con textura líquida o voluminización soft, porque garantiza la hidratación y el rejuvenecimiento, pero sin cambiar la naturalidad de la expresión. En el moldeado, se trata de dar forma al labio para conseguir una forma más bonita, neutralizando posibles asimetrías. Es perfecto para mujeres a partir de 40 años. Y la tercera opción, aportar volumen, se consigue con un ácido hilaurónico más reticulado, una sustancia con un espesor similar al de la gelatina líquida que consigue un leve aumento de volumen. Y ya, cualquiera que sea el efecto conseguido, a partir de ahí, los tonos, texturas y acabados de las barras de labios de que disponemos hoy en el mercado es infinita.