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Dr Jorge Novoa

Está dentro de tu cuerpo, y no querrás perderlo por nada del mundo. Descubre cómo tener más y más.

Seguro que cada vez escuchas y lees más sobre él. Y no es para menos, porque está en el corazón de (casi) todo lo que nos preocupa cuando nos miramos al espejo. El colágeno es la proteína más abundante de nuestro cuerpo (supone la cuarta parte del total) y está presente en la piel, cartílagos, tendones, articulaciones, huesos, encías y dientes. ¿Su cometido? Proporcionar elasticidad, flexibilidad y resistencia. La mala noticia es que a partir de los 25 años, empezamos a perderlo de manera natural. Para contrarrestarlo, podemos ayudarnos con la nutrición. Por ejemplo, los alimentos con vitamina A ayudan a fijarlo, como los huevos, los cereales y las hortalizas de hoja verde, así como el aceite de hígado de bacalao; los que contienen vitamina C, como las frutas de color naranja y amarillo o el perejil favorecen su síntesis; y los ácidos grasos Omega 3, 6 y 9 ayudan a regular las hormonas que participan en su producción (pescados azules y frutos secos).

La mala noticia es que a partir de los 25 años, empezamos a perder colágeno de manera natural
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Para hacerse una idea de lo que la edad hace con el colágeno, aquí van unos datos, según el doctor Jorge Novoa, cirujano plástico y estético y director de las Clínicas que llevan su nombre en A Coruña (2002), Vigo (2005, y en pleno proceso de ampliación que llevará unos 6 meses) y Santiago de Compostela (2014). “Un niño, cuando come, absorbe el 80% del colágeno, una persona de 40 años, un 60% aproximadamente, y una persona de la tercera edad, un 20%”, explica. Por eso, recomienda hacer una suplementación oral, además de utilizar inductores de colágeno. Y de estos últimos y sus aplicaciones estéticas es de lo que vamos a hablar. ¿Cómo funcionan? Se trata de inyecciones de policaprolactona, un gel parecido al ácido hialurónico, sintético y biocompatible. Se diferencia del ácido hialurónico en que este se inyecta y se va consumiendo a poco, y el inductor comienza a hacer efecto a las 5 semanas y sus resultados siguen progresando hasta los 3 e incluso 4 meses, tiempo en el que se va formando nuevo colágeno de alta calidad, un colágeno joven. Lo que hace es estimular a los fibroblastos para que fabriquen más colágeno natural. “Lo ideal es combinar cada año el ácido hilaurónico con el estimulador de colágeno para obtener un resultado óptimo sobre la piel y conseguir crear estructura en la piel para voluminizarla y reponer los tejidos en la posición original, sin deformar nunca la cara. Se colocan en pómulos, en la fosa temporal (en la hendidura existente por encima de la ceja), y en el tercio inferior de cara, en cuello y escote, para lo que necesitaríamos apenas 30 minutos”, cuenta el experto, “aunque también se suele poner en glúteos, en los brazos, para dar más tensión, o en interior de muslos, en un máximo de tres cuartos de hora”, remata. ¿Y en qué casos se recomienda el inductor de colágeno con policaprolactona? “A partir de los 25 años, como preventivo, ya que es a partir de esta edad cuando se van perdiendo fibras de colágeno. Con la edad se va perdiendo cada vez más y por tanto, hay que ir ayudando al organismo a compensar estas pérdidas. Por eso, un rejuvenecimiento facial perfecto tiene que venir dado por un aporte correcto de ácido hialurónico e inductores de colágeno. Son complementarios; ninguno es mejor que otro”, aclara Novoa. El único efecto secundario podría ser algún hematoma, que se puede quitar con luz LED.

Precio: Para rostro, desde 500 €.