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Para qué sirve el ácido hialurónico

Se podría decir, sin exagerar, que el ácido hialurónico es la sustancia de la belleza del siglo XXI

Comencemos por explicar qué es exactamente el ácido hialurónico. Es importante saber que se trata de una sustancia que se encuentra en nuestro organismo de manera natural, formando parte de los huesos, los tendones y los cartílagos. Químicamente, es un polisacárido, y también se encuentra en la piel, los cuerpos cavernosos, el humor vítreo, la aorta y hasta el pulmón. Su función es la de retener el agua en los tejidos, y lo hace tan bien que puede retener hasta 1.000 veces su peso en agua. Sus moléculas son una especie de microesponjas que se dedican a mantener jugosos los tejidos. Los farmacéuticos que lo descubrieron fueron Karl Meyer y John Palmer; aislaron por primera vez el ácido hialurónico en 1934 mientras estudiaban la composición del humor vítreo de los ojos de las vacas. Y en 1942 empezó a utilizarse el ácido hialurónico con fines comerciales como sucedáneo del aglutinante de clara de huevo usado en pastelería. A partir de entonces comenzó a extraerse de la cresta de algunas aves, ya que lo contienen en gran cantidad. Hoy, la mayoría del AH que se fabrica para fines estéticos es sintético y biodegradable.

a los 50 años, una persona habrá prescindido del 50% del ácido hialurónico con el que nació

El problema es que esta sustancia se va perdiendo con la edad, tanto que se calcula que a los 50 años, una persona habrá prescindido del 50% del ácido hialurónico con el que nació. En la piel, este acontecimiento es el que genera las arrugas y la falta de turgencia y elasticidad de la piel. Justamente por todo ello, la industria de la cosmética y la medicina estética ha hallado en él a uno de sus fieles aliados, y así, se puede encontrar en cremas, geles, sérums o mascarillas, pero también en tratamientos de altísima eficacia, tanto para recuperar la hidratación profunda de la piel como para aportar volumen en aquellas zonas en que se ha perdido, formando parte de lo que se denomina el diseño de arquitectura facial. Y ello depende exclusivamente del peso molecular del ácido hialurónico y de si está reticulado o no.

AH de bajo peso molecular o reticulado. Las moléculas forman una especie de malla, y tienen la capacidad de crear volumen y rellenar. Se utiliza para los pómulos, la mandíbula, barbilla, recuperando la figura que se pierde con el paso del tiempo y frenando el avance de la fuerza de la gravedad, pero también sirve para rellenar surcos de expresión.


AH de alto peso molecular o no reticulado. Las moléculas están sueltas y no forman ninguna red entre ellas. Sus moléculas no tienen el tamaño lo suficientemente pequeño como para penetrar en la piel, por lo que se queda en la superficie, aportando hidratación y, por tanto, luminosidad.


Cabe destacar que lo ideal es encontrar un médico estético que sepa trabajar mezclando ambos ácidos hilaurónico para dar respuesta a todas las necesidades de un rostro. Y también recordar que en medicina estética siempre se emplean fórmulas de ácido hialurónico sintetizadas en laboratorio de procedencia no animal, biocompatibles y con muy bajo riesgo de intolerancias o alergias.

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