Descubre todo lo que la vitamina C puede hacer por tu piel
Es la superestrella de los antioxidantes. La vitamina C o ácido ascórbico, ayuda, y mucho, a mantener la piel lejos de los radicales libres que se empeñan en estropearla y envejecerla. Te lo contamos todo sobre ella.
En el organismo, la vitamina C es imprescindible para el desarrollo y crecimiento de los tejidos. Su función (y poder principal) es antioxidante. En la piel, la clave de esta vitamina es que neutraliza los radicales libres que genera el sol, la polución y la propia actividad celular de recambio en nuestra piel. Además, ayuda a la síntesis de colágeno (firmeza) y aporta muchísima luminosidad. Al aplicarla de forma tópica, lo normal es liposomarla (los liposomas son vesículas microscópicas formadas por componentes naturales que se fusionan con el de las células cutáneas para que todo el contenido en vitamina C pase directa y completamente a su interior sin entrar en contacto con el oxígeno, que la degrada).
Su formulación, lo más importante
Además de la fórmula, para que esta vitamina tan delicada permanezca estable debe comercializarse en un envase opaco (comienza a oxidarse en contacto con la luz), airless (el oxígeno también la oxida), y lo ideal es que vaya asociada a la vitamina E o tocoferol (dobla la capacidad antioxidante de aquella) y al ácido ferúlico (estabiliza el producto). Cualquier producto con vitamina C ha de aplicarse inmediatamente después de la limpieza y esperar de 10 a 15 minutos antes de poner otro cosmético por encima. Según los expertos, la vitamina C es la base de todo, y no debería faltar en ningún tratamiento diario porque inhibe la melanina y las metaproteinasas de matriz (las que degradan el colágeno, la elastina y el ácido hialurónico). Además, inactiva la tirosinasa y la actividad antiinflamatoria, y estimula la producción de colágeno.
¿Cuándo utilizarla?
Antes y después de un peeling en casa. Es perfecta “para revertir el tono apagado de la piel, las bolsas y ojeras, la flacidez, la sequedad cutánea, y es genial como protectora, preparadora y reparadora del daño solar.
- En una piel sensible o sensibilizada, lo mejor será usarla en porcentajes bajos (máximo del 10%) y encapsulada. En este caso, no conviene utilizarla en polvo (preparada para mezclar) porque resultará demasiado irritante.
- Para pieles normales y resistentes o fototipos altos, y pieles de personas fumadoras y sometidas a alto estrés oxidativo, lo ideal es aplicar porcentajes del 25% y suplementar con éster de vitamina C ingerida.
- Si se trata de pieles con alteraciones como eccema, rosácea, herpes o verrugas, es preferible no usarla en ningún caso de forma tópica, solo ingerida.
- Para mujeres menores de los 25/30 años, no se debe aplicar a
diario; mejor en días alternos y en porcentajes entre el 15 y el 20%.